18 may 2008

HISTORIA DEL HUMANISMO

Mirar hacia el pasado para comprender el presente

Durante el Renacimiento se produjo un cambio en la actitud del hombre frente al mundo. Filósofos, científicos, literatos y políticos consideraron que el pasado greco-latino era la perfección en materia de creación humana y buscaron en él elementos que los ayudaran a comprender el mundo y, al mismo tiempo, comprenderse.

En la Italia del siglo XV florecieron ciudades que recordaban por su pujanza a las antiguas ciudades-estado griegas. Esta cultura urbana se diferenciaba claramente del mundo feudal rural. Al comienzo, el “renacer” del interés por la Antigüedad surgió en algunas de esas ciudades, donde la tradición clásica había perdurado. La presencia del pasado greco-latino se manifestó no sólo en los antiguos monumentos arquitectónicos, sino también en el uso y el gusto por la lengua latina.

En esos primeros momentos del Renacimiento, los humanistas fueron hombres de letras que se ocuparon del estudio de las obras antiguas y de la difusión del conocimiento facilitada por la imprenta. Este intento por expandir la cultura los diferenció de los hombres de la Edad Media, que habían conservado el saber, fundamentalmente, en los monasterios.

Los humanistas recuperaron a los antiguos como hombres “modernos”, es decir, comprometidos con los intereses y las preocupaciones del tiempo en que vivían. No tuvieron un solo maestro. Estudiaron a Platón, a quien consideraban por sobre Aristóteles, y a los autores del helenismo, del judaísmo y del cristianismo primitivo.

Los humanistas fueron hombres religiosos, la mayoría de ellos cristianos, que buscaron descubrir en los antiguos la manera de preguntarse sobre el mundo y las cosas. Su búsqueda intelectual se caracterizó por el desarrollo del pensamiento crítico en oposición al pensamiento dogmático.

Con esta nueva mirada sobre el pasado, lograron establecer una síntesis entre la cultura clásica y el cristianismo.

Así como resurgió con gran fuerza el estudio de la cultura greco-latina y de las lenguas griega y latina, los humanistas italianos comenzaron también a escribir en su propia lengua. Ya en el siglo XIV, los italianos Dante, Petrarca y Boccaccio —precursores del Humanismo— habían escrito en italiano. Paralelamente, entre los siglos xv y xvi, los estudiosos españoles, como Antonio de Nebrija y Luis Vives se ocuparon del estudio de su propio idioma y crearon la primera gramática castellana.

El Humanismo: una nueva manera de pensar la sociedad

En Florencia, el Humanismo estuvo estrechamente asociado con los intereses y las preocupaciones de quienes gobernaban la ciudad. Allí inició Nicolás Maquiavelo (1469-1527) sus reflexiones sobre la política. En su obra El Príncipe (escrita en 1513) analizó las distintas formas de gobierno, los modos de llegar al poder y los métodos para conservarlo, recurriendo a ejemplos tomados de la historia antigua. Maquiavelo quería contribuir con sus escritos a lograr la unidad de Italia. Para ello, describió las formas de acción política que consideraba adecuadas a la realidad que lo rodeaba, brindando consejos al “príncipe” para que pudiera sostenerse en el poder.

Vista panorámica de la ciudad de Florencia.

Florencia era la ciudad más rica del norte de Italia gracias a su industria textil, al comercio de productos de lujo y a la actividad bancaria. La ciudad se transformó en el centro del Renacimiento durante su primera etapa. Estaba gobernada por los Médicis, una familia de banqueros que, además, fueron grandes mecenas de intelectuales y artistas. Bajo el gobierno de Lorenzo el Magnífico (1449-1492), Florencia alcanzó su período de mayor brillo. En la fotograffa se observa la cúpula de la catedral —obra maestra de Filippo Brunelleschi—, el campanario construido por Giotto y e] Palacio comunal.

Otro humanista que ejerció una gran influencia en su época fue el holandés Desiderio Erasmo (1467-1536), quien en su sátira Elogio de la Locura (1511) criticó aspectos de la sociedad, particularmente los abusos de la Iglesia. Algunos autores consideran que contribuyó con esas críticas al desarrollo de la Reforma protestante a la que, sin embargo, nunca adhirió.

Otros humanistas describieron sociedades ideales. El inglés Tomás Moro (1478-1535), por ejemplo, realizó en su obra Utopía (1516) una dura crítica a la sociedad de su tiempo.

Una Critica a la Sociedad de Su Tiempo:
Utopía de Tomas Moro

—una isla producto de su imaginación— muestra un mundo que se rebela contra la pobreza y las desigualdades que genera la propiedad. En ella, un gobierno elegido por todos los habitantes distribuye los bienes que producen en conjunto.

“...Cuando traigo a mi memoria la imagen de tantas naciones hoy florecientes, no puedo considerarlas —y que Dios me perdone— sino como un conglomerado de gentes ricas que a la sombra y en nombre de la República, sólo se ocupan de su propio bienestar, discurriendo toda clase de procedimientos y argucias, tanto para seguir, sin temor a perderlo, en posesión de lo que adquirieron por malas artes, como para beneficiarse, al menor costo posible, del trabajo y esfuerzo de los pobres y abusar de ellos. Y así que consiguen con sus maquinaciones se manden observar en nombre de todos y, por lo tanto, en el de los pobres también, ya las ven convertidas en leyes.”

El país de Jauja. Óleo de Pieter Brueghel, siglo XVI.

El Renacimiento también produjo utopías populares. Una de las más conocidas fue la del “país de Jauja”, donde nadie trabaja. En la imagen se observan tres personajes que comparten las delicias de un país donde se vive en forma lujuriosa y las necesidades se satisfacen sin esfuerzo: un militar —representante de la clase noble—, un estudiante —prototipo de la vida urbana y burguesa— y un campesino.